Trocadéro - sábado 24 de noviembre

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lunes, 31 de diciembre de 2007

Navidad en Roma

Para contarles la verdad, Roma no es precisamente una de las ciudades más entusiastas para festejar la Navidad. Léase, pocas decoraciones, pocos Papás Noels, poco Jingle Bells. Pero, como todos los caminos conducen a ella, hacia allá me dirigí para pasar una semana en casa de mi amigo Maxi, quien por estas fechas se encuentra viviendo en la ciudad eterna. ¿Qué hice por aquellos lares? Mi primera actividad no fue turística ni social, sino gastronómica, básicamente se resume en deglutir helado. Miren, ustedes saben de mi carácter francófilo, pero hay que decir las cosas como son, en la Galia no saben hacer helados. Les salen muy bien las ciudades bellísimas, les quedan impecables todas las cosas que recubren con su obsesiva pátina dorada (al decir de mi padre, parece que dedicaran cada noche a retocar cada detalle con un pequeño pincel), son los reyes de la burocracia, pero cuando de producción “heladerística” se trata, de lo bueno hay poco, sale caro y no es taaaaaaaaaaaaaan bueno. Italia, en ese sentido, se parece a mi idea del paraíso: un montón de heladerías repletas de sabores y colores y a un precio maravilloso (obviamente, en mi paraíso, el helado es gratis y cae por cascadas).
Una vez que hube satisfecho mi glotonería, orienté mi espíritu a cosas más elevadas y relacionadas con el hacer de todo buen turista, es decir, me dediqué a caminar hasta sentir que las extremidades inferiores de mi cuerpo ya no formaban parte del mismo. ¿Qué lugares visité que me dejaron en semejante estado? En realidad, despunté el vicio y me dediqué exclusivamente a la Antigüedad, así que recorrí con suma atención el Foro Romano, ascendí al Palatino a visitar los Foros Imperiales y luego el Coliseo, pude ver y estudiar con toda atención el Ara pacis (altar de la paz) de Augusto, recorrí por horas la Via Appia Antica, visité Ostia Antica, la antigua ciudad portuaria de Roma, la Villa Adriana (esa de la que tan bien habla Yourcenar en las Memorias de Adriano) y paseé mucho a lo largo del Tiber.
¿Y la Navidad? A la noche, cena tranquila con un poco de baile después y, a la mañana, maratón (porque salimos re tarde) hasta el Vaticano para ver el saludo papal y la gente reunida en San Pedro (como atestigua el video). La verdad es que fue una Navidad diferente, con amigos y extrañando un poquito a cada uno de ustedes.








El Ara pacis y yo









San Pedro desde el Tiber












Maxi y Pilar en Ostia Antica











En la Villa Adriana








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