Trocadéro - sábado 24 de noviembre

¡Bienvenus!


Gracias por compartir conmigo esta experiencia


viernes, 30 de noviembre de 2007

Mejore su francés en 5 minutos leyendo esta entrada

Título cautivante, más de uno se debe haber ilusionado con la posibilidad. En realidad, les ofrezco algunas informaciones básicas sobre la lengua de Molière porque, aunque hayan hecho los seis años en la Alianza, los franceses hacen lo imposible por confundirte.

· Donc: es decir, “entonces”. Si quieren sonar verdaderamente franceses, es necesario que una de cada cinco palabras sea esta. Lo curioso del caso es que, en muchísimas oportunidades, no existe una relación real de consecuencia, lo cual te deja pensando, “donc, ¿qué?”. Conclusión: úsenla cuando quieran.
· Par contre: “por el contrario”, o algo así. Hermana de sangre de la primera, no por su significado sino por su frecuencia. Expresa la esencia misma del parisino, ante cada situación va a haber un par contre para joderte la vida.
· D’accord: “ok”, “está bien”, “sí”. En general esta frase va acompañada de un movimiento de cabeza de arriba hacia abajo, prueba ostensible del mencionado acuerdo. ¡Error! Esta frase no es más que una clara muestra de la hipocresía francesa. Asentirán a sus palabras solo para decirles, una vez que hayan terminado, “par contre”, y ahí arruinarles irremediablemente el resto del día. La frase que sigue al “par contre” nunca estará de acuerdo con lo que ustedes estaban diciendo.
· Bonjour: “buenos días”. De “bon”, “bueno” y “jour”, “día”. Bueno, olvídense de la parte del “día”. Básicamente, lo usan a lo largo de toda la jornada, incluso cuando Febo ya hace rato que está durmiendo. ¿Qué les puedo decir? No dejo de sentirme un poco tonta cada vez que digo “bonjour” y veo en el horizonte el lucero vespertino, sé que es una tara mía pero no puedo dejar dejar de escuchar la palabra "día".
· Los franceses no son, en general, lo que se diría… propensos al aprendizaje de idiomas. La verdad es que en general les cuesta bastante… Y como, en definitiva, todos los otros idiomas pecan del mismo problema (es decir, el no ser el francés), más vale adaptarlos levemente a la tonada gala. De tal manera, recuerdo perfectamente en mi primera clase como alumna de latín, la insistencia casi obsesiva del profesor al repetir ad nauseam “en latín no hay palabras agudas, en latín no hay palabras agudas (esto es, que se acentúen en la última sílaba)”. ¡A cuántos alumnos habré martirizado yo misma con la misma cantaleta! Pues, acá sí que son prácticos. Puesto que ellos no tienen la culpa de que el latín haya venido antes que el francés y, en francés, la mayoría de las palabras son agudas, entonces el latín es “agudizado” a diestra y siniestra: todo es forum, pudor, etc. (ni hablar del griego, en donde a través del tilde tienen un flagrante recordatorio de la pronunciación y también les importa un pepino). Eso sí, ¡atención!, cuando se trata de la propia lengua, cada francés se convierte en redactor del Petit Robert, representante de la Académie Française. No le vayas a pifiar con una nasal, con una “s”, porque enseguida están prestos al: “¿disculpe, qué dijo?”.
· De cualquier manera, por si estas breves precisiones no les fueron de utilidad y, en el medio de una conversación, se quedan sin palabras, prueben este ejercicio en casa. Vayan a la cocina o baño, elijan uno de entre estos elementos (papa, trapo de cocina, algodón), colóquenlo en su boca y luego farfullen lo que les venga en mente (incluso pueden limitarse a sonidos sin sentido), algún tipo de jerigonza que remede la pronunciación de su sobrino de 2 años. El resultado que obtengan será una muestra lingüística muy similar a la que se escucha por estos lares en el metro todos los días. Así que cuando se queden sin speech, recurran a la memoria emotiva, balbuceen algo de lo practicado y serán inmediatamente reconocidos como buenos franceses.
[Continuará]

sábado, 24 de noviembre de 2007

martes, 20 de noviembre de 2007

La grève o el paro (o la p.. que los p...)

Tengo una pesadilla recurrente. Estoy en mi casa, en Caballito, me levanto de buen humor, camino las dos cuadras que separan mi casa de la estación de subte Primera Junta para ir a trabajar. Es la mañana del lunes, tipo 8:30. Me dispongo a bajar las escaleras pero caigo en la cuenta de que hay un solo acceso abierto, no el principal de escaleras anchas, sino uno lateral de escaleras considerablemente angostas que no pueden tragar el caudal de gente que pretende bajar. Me siento apretada por todos lados, me abro paso entre la muchedumbre, voy al molinete, intento pasar y el ¡beeeepp! agudo me indica que no tengo suficientes viajes. Entonces busco una ventanilla para recargar mi Subtepass, sólo dos están abiertas, una de las cuales exige obscenamente que se pague con cambio (en un país donde cada moneda tiene un valor real y otro simbólico que se desprende del solo hecho de poseerla y que supera en mucho al número escrito sobre una de sus caras). Me paro al final de una fila cuyo largo amenaza con hacerme salir nuevamente a la calle. Finalmente consigo recargar mi tarjeta y me dispongo a acceder al andén. Una marea de gente ocupa la totalidad del ancho andén, por el altoparlante se escucha “Metrovías informa que la línea A…”. Dejo de escuchar, me pongo los auriculares, sé que no pueden ser más que malas noticias, jamás hasta el día de hoy escuché un anuncio tipo “Metrovías informa que la frecuencia de los trenes ha aumentado a un intervalo de dos minutos entre cada formación”, no, eso sería un sueño, no una pesadilla... Espero la reacción de la gente, algunos murmullos pero la mayoría se mantiene en su lugar. Bien, eso quiere decir que todavía hay esperanza de que llegue en algún momento un subte. Como el andén tiene dos accesos para los trenes, me veo obligada a realizar la apuesta mental a la que cada usuario se ve forzado todos los días: ¿viene por la derecha o por la izquierda? Parece una apuesta inocente pero todos saben bien que una elección incorrecta puede significar perder ese subte. Me juego por la derecha. A los cinco minutos se escucha el retumbar de la formación que se acerca, en el andén ya no cabe ni un alfiler, incluso ya hay personas paradas en la escalera de acceso que no pueden bajar. Momento crucial, puja inhumana para entrar, soy de las últimas, la puerta casi me achura por la mitad. ¡Entré! La alegría de la conquista me dura poco, adentro la temperatura se eleva en una fracción de segundo a una marca digna del Cairo, el contacto con los cuerpos que me rodean es inevitable, pegajoso, molesto. Trato de pensar que es un viaje corto pero la imagen de una sardina en su lata no me abandona. Comienzo a hacerme a la idea de que esta tortura no puede durar para siempre cuando llegamos a Once, justo cuando acaba de llegar un tren lleno de gente desesperada por subir y……… ¡¡¡¡¡ME QUIERO DESPERTAR!!!!!, pero no, en ese momento me doy cuenta de que no es una pesadilla, es lisa y llanamente la realidad de nuestro sistema de transporte.

No sé si se sienten identificados con este relato pero a mí esta situación me pasa por lo menos dos veces por semana, cuando tengo suerte. Bueno, resulta que he hecho un descubrimiento digno de la “Nacional Geographic” o algunas de esas revistas prestigiosas que nunca compro. Resulta que lo que para nosotros es una situación cotidiana para los franceses se llama “grève” es decir, “paro”. Mañana cumplimos una semana juntos, quiero decir, el paro y todos nosotros, los usuarios, y ya el ánimo en las calles se corta con un cuchillo. Para sumar desorden al caos, hay en total 8 sindicatos de transporte, es decir, casi uno por línea de metro. Eso quiere decir que las líneas de los sindicatos más duros están completamente paradas hace una semana y las de los morigerados funcionan con “perturbaciones”, como le dicen ellos, que se plasman en una frecuencia reducida de entre 5 a 15 minutos (acá la frecuencia normal es de 2 minutos durante el día). Así que es cuestión de suerte, yo vivo cerca de una línea que funciona, otros menos afortunados deben caminar o quedarse en su casa. Están todos tan hartos que el domingo hubo una manifestación contra la huelga, ¡pueden creerlo! Para colmo, hoy hubo paro de todos los empleados públicos, como seis millones de almas, para reclamar, escuchen bien esto, ¡por la pérdida del poder adquisitivo! ¡Gente, que no corra el rumor en Argentina porque entonces no tenemos que trabajar nunca más, nosotros que hace años que lo perdimos y no tenemos ni idea de dónde buscarlo!
En este contexto, las clases se dictan con una regularidad que todavía puede considerarse regular pero que en el futuro inmediato amenaza con verse “fuertemente perturbada” como el transporte. Lo bueno de todo esto (hay que buscarle un lado positivo) es que, si acaso amenazaba con surgir en mí algún dejo de nostalgia por la tierra patria, esta situación me ha reconfortado, puesto que yo en el metro me siento como en casa, apretada como una sardina, con una frecuencia lamentable e insultando mentalmente a quien quiera que sea el responsable de todo este quilombo.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Y llegó la Fête...


























Ayer finalmente fue la “Fête des Étages” y la verdad que estuvo buenísima, al mejor estilo película universitaria yanqui (sí, definitivamente he sufrido una regresión, el hecho de volver a ser estudiante a traído aparejado consecuencias inesperadas!). Les cuento. La fiesta posta arrancó a las 8 (tempranera) pero los chicos del piso habíamos estado trabajando toda la mañana, de hecho un grupito de 4 nos habíamos abierto paso entre la multitud de personas que esperaban el metro (la historia de la grève –paro- se la debo para otra entrada) y habíamos atravesado media ciudad para comprar cotillón, porque nueva info que poseo sobre la ciudad, acá no hay una casa de cotillón amiga convenientemente cerca de tu casa. La cuestión es que, como les decía, habíamos llegado a eso de las 17:30, después de caminar como 4 horas, y nos pusimos a decorar. A eso de las 8, bajamos al comedor de la planta baja y esperamos a que el primer equipo, es decir, el del 5to piso, nos llamara. Al grito de ¡aura! (¿se escribe así?, no importa, igual no dijeron eso) subimos. El último piso estaba ambientado como una isla tropical, con daiquiris, frutas, piña colada y muchas flores. El 4to piso, por su parte, era una fiesta infantil de cumpleaños, tuvimos que hacer juegos para chicos con globos, caramelos (faltó sólo la piñata). Cuando bajamos al tercero nos encontramos con “La mafia”, una especie de Don Corleone anglo-danés nos daba la bienvenida a una muy onda “Chicago” club de jazz, en donde tocó una banda en vivo! Los pibes viven todos en ese piso y la verdad que tocaron cuatro o cinco cosas que sonaban muy bien (claro, yo carezco de todo oído musical, así que para mí casi cualquier cosa suena más o menos decentemente). Y finalmente llegamos al SEGUNDO PISO, o sea, el mío. Como tema elegimos “EL CIELO Y EL INFIERNO”, dividimos el pasillo en dos (como atestiguan las fotos) y una parte la hicimos muy dark, con mucho heavy metal, comida roja y super picante, bebidas fuertes que incluían salsa tabasco y diablos dando vueltas (entre los que me cuento, me remito a las fotos); la otra parte muy blanca, con nubes colgando, comida ligera, y por supuesto ángeles y hasta un Cupido grandote y rubio, el novio de una de las chicas del piso, que encajaba perfecto en su papel; en el medio de tanto delirio ubicamos el “Limbo”, lugar de paso entre cielo e infierno, cuyo único peaje consistía en pasar una barra de limbo con música ad hoc (tendrían que haber visto a más de un borracho tratando de saltar la barra en lugar de pasar por debajo); por supuesto, en la puerta de acceso teníamos a un muy extraño y tropical San Pedro (una chica, en realidad) y a un cura dando vueltas, en caso de necesitar confesiones urgentes. La verdad que nos salió muy lindo y a todos les gustó mucho. Un piso más abajo, nos afanaron la idea e hicieron otro infierno, pero sólo infierno, en donde el personaje más simpático era un Hitler metrosexual con un vestidito para el infarto. Todo terminó en un baile hasta las 4 de la mañana en el comedor de la Casa. No sé si se desprende de mi relato, pero la verdad que la pasé super bien, conocí al ochenta por ciento de la casa, hablé con un montón de gente interesante y me divertí muchísimo. No se me angustien, cuando empieza el segundo semestre hay otra Fête des Étages, así que esta historia no termina acá…

jueves, 15 de noviembre de 2007

Foto de la Fondation


Hoy saqué esta foto, la del fondo a la izquierda es la Fondation Danoise. Se la mando porque me parece que transmite una gran sensación de tranquilidad, ¡aunque sólo estamos a 100 metros de la calle!

lunes, 12 de noviembre de 2007

Fête des Étages


Para quienes creían que había venido por estos lares a adquirir algún tipo de conocimiento... bueno, estaban acertados sólo a medias. Les cuento que pasé la última hora y media de mi vida en una reunión para organizar la “Fête des Étages” es decir la “Fiesta de los Pisos”, una tradición en la Casa Danesa. Para más información les transmito, traducida, la invitación:

“No es una fiesta común. Incluye (solamente) a todos los residentes de esta Casa (y a los expatriados, por supuesto). Cada piso es un ‘equipo’ y tiene que inventar un tema y, de acuerdo con ese tema, disfrazarse/decorar el piso/hacer un pequeño show/ preparar bebidas o comida… Los temas se guardan en secreto hasta que toda la casa (sí, cincuenta y algo de personas) se reúnen en el quinto piso por una hora… y luego se mudan al cuarto por una hora… y luego al tercero… segundo… primer piso (por entonces, ¿alguna vez estuvieron en un agujero negro?). Por suerte, la casa es finita y vamos a terminar todos en la planta baja con un baile.”

En fin… ya elegimos el tema (se lo cuento el domingo, después de ver cómo salió) y sólo falta ultimar algunos detalles. No sé qué resultará de todo esto pero es una buena ocasión para conocer a la gente de la casa, a la que casi no había conocido en la semana que llevo acá. Los mantengo al tanto de novedades…

viernes, 9 de noviembre de 2007

Encuesta: ¿qué les gusta más a los franceses?

Al mejor estilo de las encuestas de E! (Entertainment Television), si hiciéramos una lista a partir de la pregunta: “¿Qué es lo que más les gusta a los franceses?”, seguramente entre las respuestas más recurrentes se encontrarían:
- Las baguettes
- La Torre Eiffel
- Ellos mismos
Todas ellas correctas, todas acertadas, pero ninguna forma parte del top five de placeres pecaminosos del pueblo franchute. ¿Cuáles son los codiciados primeros 5 lugares? Bueno, todos ellos pertenecen al burocrático e intricado universo de….
LOS TRÁMITES:
4- Trámites que impliquen presencia obligatoria en un lugar cerrado por espacio de, al menos, 2 horas y cuyo proceso bien podría hacerse en mucho menos tiempo y por Internet;
3- Trámites que involucren la presentación de una variable cantidad de fotografías de identidad (si usted, turista desprevenido, se pregunta por qué en París hay una máquina para sacar fotos instantáneas en cada esquina, trate de hacer un solo trámite, nada más que uno, y hallará su respuesta);
2- Trámites que impliquen la realización de un centenar de trámites previos, todos ellos en absoluta dependencia de un único y necesario papel cuya obtención está supeditada al primero de los trámites iniciados (si usted está perplejo, imagine al pobre ser humano que intenta llevar adelante dicho proceso);
Y en el número 1…
1- Trámites que involucren a LA POSTE (me pongo de pie). Usted, vil mortal argentino, para quien el correo es una oficina más o menos reconocible por alguno de sus nombres comerciales (Correo Argentino, OCA, Andraeni), a la cual concurre seguramente con una frecuencia anual y sólo en casos extremadamente necesarios, jamás podrá comprender la jerarquía institucional de la que este organismo está investido por estos pagos. Todo, y cuando digo todo es todo, debe ser enviado por correo; no, no puede ser enviado por mail, escaneado o llevado personalmente, debe llegar por correo. De tal suerte, en los escasos 6 días que llevo en esta ciudad, no ha pasado uno sin que recibiera una carta de algún tipo en mi buzón…. Cualquier explicación de este comportamiento excede mis rudimentarios conocimientos socio-antropológicos.

Pero, ¿qué ama un francés más aún que hacer trámites?
¡QUE OTROS LOS HAGAN! (como yo a lo largo de esta "tramitada" primera semana)

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Bertha


¿Se acuerdan cuando Graciela Alfano decía que les hablaba a las tostadas? Bueno, resulta que además de ser una declaración histórica comporta serias dificultades. La primera y más obvia de ellas involucra la obligatoriedad de andar siempre con una tostada a mano para entablar conversación; en segundo lugar, ¿qué hacer con la tostada una vez concluida la charla? En mi caso, seguramente debido a mi apetito voraz, es deglutida, hecho que me lleva a la tercera y más importante dificultad: el constante cambio de interlocutor; porque no me quiero poner filosófica y empezar a pensar si una tostada es todas las tostadas, pero la realidad es que con tanto cambio, nunca se logra entrar en confianza… Tanta introducción para decirles que me pareció demasiada responsabilidad ser el único ser vivo en esta habitación y, visto que el diálogo con el mundo vegetal cuenta con un mayor consenso social, decidí comprarme una hermosa planta de marca indefinida (no porque no la tenga sino porque yo la ignoro), a la cual di en llamar Bertha (no hay razones para tan azarosa elección). Para todos aquellos que me conozcan mínimamente y teman por la salud de mi nueva compañera de cuarto, les prometo que enviaré fotos periódicamente que permitan comprobar su sostenido crecimiento, el mantenimiento de sus hojas verdes y su diaria fotosíntesis. Esta es la foto de Bertha, por las dudas.

Chambre 16


Todavía faltan detalles, pero ya está un poco menos nórdica mi habitación, así que se las presento.

Esta es la puerta de entrada y el recibidor.
Acá pueden ver el sillón cama y muebles varios (sí, en Francia sigo con el verde!!!)





Este es mi escritorio (se los describo por si no se dieron cuenta)










A la izquierda está la puerta del lavabo, la biblioteca y, una vez más, la puerta de entrada











Esta es mi autofoto, por si no me ubican







martes, 6 de noviembre de 2007

Parque Montsouris




Este es el parque Montsouris que está justo enfrente de la puerta de la Cité Universitaire. Estas fotos son del domingo pasado, como pueden ver todos corren, todavía no pude adivinar por qué ni hacia dónde.



















No puedo creer que tengo un blog

No sé ustedes, pero yo no doy crédito a mis dedos mientras se mueven sobre el teclado y escribo la primera línea de mi blog. Varios fueron los que sugirieron este medio de comunicación pero yo primero pregunté: "¿Blog? ¿Es acaso una onomatopeya tipo 'puaj'?". Luego me dijeron, “No, prehistórica, es como una página personal en donde vos subís lo que querés”. “¡Ahhhhh!” exclamé yo anonadada por los avances de la tecnología. ¡Pucha que se inventaron cosas en los últimos años! Después seguí reflexionando y me dije que, en lugar de compulsivamente enviarles pesados mails con toneladas de fotos, parecía más acertado dejarlo librado a su libre albedrío y brindarle a cada uno la oportunidad de estar en contacto conmigo en la frecuencia y medida deseadas. Así las cosas, y tras este breve pero sentido discurso, queda oficialmente inaugurado mi blog francés (busqué algún lugar en la página para cortar la cintita pero no lo encontré). Sean todos bienvenidos.